Comentario
Increíblemente, los norteamericanos vencieron en Midway. La superioridad japonesa en buques y aviones era aplastante, pero el Estado Mayor del Almirante Yamamoto elaboró un plan extraordinariamente complejo cuyo error fundamental fue dispersar la enorme flota de Tokio, minimizando su potencia. Midway tuvo un efecto tremendo sobre el Japón, cuyas pérdidas aeronavales nunca pudieron recuperar. Pero Midway sólo fue una premonición; la verdad sobre la situación llegó en verano, en Guadalcanal. Entonces los norteamericanos eran más fuertes y más débiles los japoneses; la tremenda batalla de desgaste en tierra, mar y aire se solventó en favor de Washington: la guerra había, definitivamente, cambiado de signo.
Y, sin embargo, continuó terrible y sin ceder un ápice en su tensión debido a la situación interna japonesa, cuestión que resume el epígrafe: un país para una guerra.